Jeremiah 22

Otro mensaje a la casa real

1Así dice Yahvé: “Baja a la casa del rey de Judá, y di allí esta palabra: 2
2. Este mensaje se dirige sin duda al rey Sedecías. Suena como una última exhortación a seguir las sendas de la justicia, antes de descargar los castigos.
Dirás: Escucha la palabra de Yahvé, oh rey de Judá, que te sientas en el trono de David, tú, y tus servidores, y tu pueblo, los que entráis por estas puertas.
3Así dice Yahvé: Haced lo recto y lo justo, y librad al oprimido de mano del opresor: no maltratéis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni les hagáis violencia; y no derraméis sangre inocente en este lugar. 4
4. Todo habría cambiado entonces en la historia de Israel. Es la última renovación que Dios hace de la promesa condicional hecha a Salomón. Véase 17, 25 y nota.
Si de veras cumpliereis esta palabra, entrarán por las puertas de esta Casa reyes que se sienten en el trono de David, montados en carrozas y caballos; ellos y sus servidores y su pueblo.
5Pero si no escucháis estas palabras, entonces por Mí mismo juro, dice Yahvé, que esta Casa vendrá a ser desolada.

6
6. Galaad: país transjordánico, rico en bosques. Como la cima del Líbano: Alusión al palacio del bosque del Líbano, situado en el monte Sión. Véase III Reyes 7, 2 ss.
Porque así dice Yahvé acerca de la casa del rey de Judá:

Aunque eras para mí un Galaad

y (como) la cima del Líbano;

con todo haré de ti un desierto,

una ciudad inhabitada.

7
7. Destructores: el rey Nabucodonosor con sus ejércitos; él está consagrado para la guerra, encargado de Dios, instrumento de la ira del Señor (véase 6, 4). Tus cedros escogidos: los príncipes de Israel.
He consagrado contra ti destructores,

cada uno con sus armas;

cortarán tus cedros escogidos

y los echarán al fuego.

8
8. Véase Deuteronomio 28, 24; III Reyes 9, 8 s.
Y pasará mucha gente ante esta ciudad, y se dirán unos a otros: «¿Por qué ha tratado Yahvé así a esta gran ciudad?»
9Y se dará por respuesta: «Porque abandonaron el pacto de Yahvé, su Dios, y adoraron a otros dioses y los sirvieron».”

10
10. No lloréis al difunto: Se refiere al rey Josías, cuya muerte en la batalla de Megiddó (IV Reyes 23, 29 s.; II Paralipómenos 35, 20 ss.) fue señal de llanto general. El profeta quiere decir: No lloréis a los difuntos, pensad en vuestro destino. Cf. las palabras que Jesús dijo a las mujeres que lloraban (Lucas 23, 28).
No lloréis al difunto, ni hagáis duelo por él;

llorad al contrario por el

que se ha ido (al cautiverio),

porque no volverá más,

ni verá la tierra de su nacimiento.

Contra Sellum y Joakim

11
11. Se refiere a Joakim (Sellum), sucesor de Josías, que murió en Egipto (IV Reyes 23, 30 ss.; II Paralipómenos 36, 1 ss.).
Porque así dice Yahvé en orden a Sellum, hijo de Josías, rey de Judá, el que reinó en lugar de su padre Josías, y salió de este lugar: “No volverá más aquí;
12en el lugar adonde le han llevado cautivo, allí morirá, y no verá ya más esta tierra.”

13
13 ss. Se trata del rey Joakim, hermano y sucesor de Joacaz, opresor del pueblo y constructor de suntuosos edificios (IV Reyes 23, 33 ss.). Vemos ya aquí cuan sagrado es para Dios el salario de los que trabajan. Cf. Santiago 5, 4-6. Sobre las leyes de Moisés véase Eclesiástico 24, 35 y nota. Me edificaré una casa (versículo 14): Algo semejante dice el rico insensato en la parábola (Lucas 12, 18).
Ay del que edifica su casa sin justicia,

y sus salones sin equidad;

que hace trabajar a su prójimo sin salario,

y no le paga el jornal de su trabajo;

14que dice: “Me edificaré una casa grande,

con amplias salas”,

y hace en ella grandes ventanas,

la cubre de cedros y la pinta de bermellón.

15¿Acaso tú eres rey

para rivalizar en obras de cedro?

¿Por ventura no comió y bebió tu padre

y fue feliz haciendo lo recto y justo?

16
16. Alude al piadoso rey Josías, padre de los impíos reyes Joacaz y Joakim. Dios explica por qué fue feliz.
Defendía la causa del pobre y del desvalido;

y así le fue bien.

¿No es esto conocerme a Mí? dice Yahvé.

17Pero tus ojos y tu corazón no buscan más que tu propio interés,

el derramar sangre inocente

y hacer opresión y violencia.

18
18. Es un canto elegiaco. Las plañideras solían llorar exclamando: ¡Ay, hermano mío!, etc.
Por tanto, así dice Yahvé respecto de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá:

“No le lamentarán (diciendo):

«¡Ay, hermano mío!» «¡Ay, hermana mía!»

No le llorarán (clamando):

«¡Ay, señor mío!» «¡Ay, su majestad!»

19
19. La Biblia no relata expresamente el cumplimiento de esta profecía. Joakim fue llevado prisionero a Babilonia. (Cf. 36, 30; IV Reyes 24, 6; II Paralipómenos 36, 8 ss.)
Será enterrado como un asno;

le arrastrarán y le arrojarán

fuera de las puertas de Jerusalén.”

Contra Jerusalén y el rey Jeconías

20
20. “La nación judía, nuevamente comparada a una mujer (cf. 21, 13, etc.), es invitada a ascender, dando gritos de angustia, a los montes al pie de los cuales los caldeos han de pasar en su marcha sobre Jerusalén” (Fillion). Basan: parte septentrional de Transjordania. Abarim: una montaña al sudeste de Palestina.
Sube (oh Jerusalén) al Líbano y clama;

en Basan alza tu voz;

grita desde Abarim;

pues han sido destruidos todos tus amantes.

21Yo te hablé en tu prosperidad,

y tú dijiste: “No quiero escuchar.”

Este ha sido tu proceder desde tu mocedad;

no has escuchado mi voz.

22El viento llevará a todos tus pastores,

y tus amantes irán al cautiverio.

Entonces te llenarás de confusión,

y de vergüenza

a causa de todas tus maldades.

23
23. Por su situación geográfica la ciudad de Jerusalén era semejante a un águila que anida en los cedros del Líbano. El Líbano significa también la magnificencia y suntuosidad de la ciudad.
Tú que habitas en el Líbano

y anidas en los cedros,

¡cómo gemirás

cuando te sobrevengan las angustias,

los dolores, como a mujer que da a luz!

24
24. Sucesor de Joakim fue Joaquín o Jeconías (IV Reyes 24, 8 ss.; II Paralipómenos 35, 9 s.). Este rey fue llevado cautivo a Babilonia, junto con su madre y muchos otros (IV Reyes 24, 12 ss.). Jeremías narra su liberación en 52, 31 ss. Véase IV Reyes 25, 27 ss. y notas.
“Por mi vida, dice Yahvé; aunque Jeconías, hijo de Joakim, rey de Judá, fuese el anillo de mi mano derecha, de allí te arrancaría,
25te entregaré a los que buscan tu vida, en poder de los que temes; en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en poder de los caldeos. 26Te arrojaré a ti y a tu madre que te dio a luz, a otro país, en que no nacisteis, y allí moriréis. 27No volverán al país adonde su alma anhela volver.”

28¿Es, pues, este hombre Jeconías una vasija despreciada y quebrada, algún objeto que nadie quiere? ¿Por qué son arrojados él y su linaje, y llevados a un país que no conocían? 29¡Tierra, tierra, tierra, escucha la palabra de Yahvé! 30
30. Estéril en el sentido de que sus hijos no serán reyes. Efectivamente, no hubo más reyes en Israel, frustrándose por su ingratitud las promesas condicionales tantas veces reiteradas por Dios (véase 22, 4 y nota; II Reyes 7, 12 ss.). Así se cumplió la profecía de Jacob (Génesis 49, 10), conservándose solamente la promesa infalible hecha a David (Salmo 88, 20-38), que habrá de cumplirse en la persona del Mesías (Lucas 1, 32) no obstante su rechazo por la Sinagoga.
Así dice Yahvé: “Inscribid a este hombre como estéril, como varón que no ha prosperado durante toda su vida, Pues no logrará que un descendiente suyo se siente en el trono de David para reinar en Judá.”
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